lunes, 28 de mayo de 2012

La amenaza de la amnesia alemana


CommentsBERLÍN – La situación de Europa es grave, muy grave. ¿Quién habría pensado que el Primer Ministro británico, David Cameron, haría un llamamiento a los gobiernos de la zona del euro para que se armaran de valor a fin de crear una unión fiscal (con un presupuesto y una política fiscal comunes y una deuda pública garantizada en común)? Y Cameron sostiene también que la única forma de detener la desintegración del euro una mayor integración política.
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Illustration by Tim Brinton
Comments¡Un Primer Ministro británico conservador! La casa europea está ardiendo y Downing Street hace un llamamiento en pro de una reacción racional y resuelta por parte del cuerpo de bomberos.
CommentsLamentablemente, el cuerpo de bomberos está dirigido por Alemania y su jefe es la Canciller Angela Merkel. A consecuencia de ello, Europa sigue intentando apagar el fuego con gasolina –la austeridad impuesta por Alemania–, con lo que, en tan sólo tres años, la crisis financiera de la zona del euro ha llegado a ser una crisis existencial europea.
CommentsNo nos engañemos: si se desintegra el euro, lo mismo ocurrirá a la Unión Europea (la mayor economía del mundo), lo que desencadenará una crisis económica mundial que la mayoría de las personas vivas actualmente nunca han padecido. Europa está al borde del abismo y sin duda caerá en él, a no ser que Alemania –y Francia– cambien de rumbo.
CommentsLas recientes elecciones celebradas en Francia y en Grecia, junto con las elecciones locales celebradas en Italia y la continua zozobra existente en España e Irlanda, han mostrado que el público ha perdido la fe en la estricta austeridad que les ha impuesto Alemania. La cura de caballo de Merkel ha chocado con la realidad… y la democracia.
CommentsUna vez más estamos aprendiendo a base de palos que, cuando se aplica en plena crisis financiera grave, esa clase de austeridad sólo conduce a la depresión. Esa idea debería haber sido de dominio público; al fin y al cabo, fue una enseñanza  fundamental que se desprendió de las políticas de austeridad del Presidente Herbert Hoover en los Estados Unidos y del Canciller Heinrich Brüning en la Alemania de Weimar a comienzos del decenio de 1930. Lamentablemente, Alemania, precisamente ella, parece haberla olvidado.
CommentsA consecuencia de ello, el caos se cierne sobre Grecia, como también la perspectiva de pánicos bancarios posteriores en España, Italia y Francia… y con ello una avalancha financiera que enterraría a Europa. ¿Y después? ¿Acaso debemos desechar lo que más de dos generaciones de europeos han creado: una inversión en masa en una construcción institucional que ha brindado el período más largo de paz y prosperidad en la historia del continente?
CommentsUna cosa es segura: la desintegración del euro y de la UE entrañaría la salida de Europa del escenario mundial. La política actual de Alemania es tanto más absurda en vista de las graves consecuencias políticas y económicas que afrontaría.
CommentsCorresponde a Alemania y a Francia, a Merkel y al Presidente François Hollande, decidir el futuro de nuestro continente. La salvación de Europa depende ahora de un cambio fundamental en la posición en materia de política económica de Alemania y de la de Francia en materia de integración política y reformas estructurales.
CommentsFrancia tendrá que aceptar una unión política: un gobierno común con control parlamentario común para la zona del euro. Los gobiernos nacionales de la zona del euro ya están actuando al unísono como gobierno de facto para abordar la crisis. Se debe llevar adelante y formalizar lo que está llegando a ser cada vez más cierto en la práctica.
CommentsPor su parte, Alemania tendrá que optar por una unión fiscal. En última instancia, eso significa garantizar la supervivencia de la zona del euro con la fuerza y los activos económicos de Alemania: adquisición ilimitada de bonos estatales de los países en crisis por parte del Banco Central Europeo, europeízación de las deudas nacionales mediante eurobonos y programas de crecimiento para evitar una depresión en la zona del euro e impulsar su recuperación.
CommentsPodemos imaginar fácilmente cómo se despotrica en Alemania contra esa clase de programa. ¡aún más deuda! ¡Pérdida de control de nuestros activos! ¡Inflación! Sencillamente, ¡no funciona!
CommentsPero sí que funciona: el crecimiento de Alemania, basado en la exportación, se debe a esa clase de programas precisamente en los países en ascenso y los Estados Unidos. Si China y los EE.UU. no hubieran bombeado dinero financiado en parte con deuda en sus economías a comienzos de 2009, la economía alemana habría recibido un golpe muy duro. Ahora los alemanes deben preguntarse si ellos, que han sido quienes más se han beneficiado de la integración europea, están dispuestos a pagar el precio que entraña o preferirían dejarla fracasar.
CommentsAdemás de la unificación fiscal y política y políticas de crecimiento a corto plazo, los europeos necesitan urgentemente reformas estructurales encaminadas a restablecer la competitividad de Europa. Cada uno de esos pilares es necesario para que Europa supere su crisis existencial.
Comments¿Entendemos nosotros, los alemanes, nuestra responsabilidad paneuropea? Desde luego, no lo parece. De hecho, raras veces ha estado Alemania tan aislada como ahora. Prácticamente nadie entiende nuestra dogmática política de austeridad, que contradice toda experiencia, y se considera que hemos perdido el rumbo en gran medida, si no es que vamos como en un coche en dirección contraria a la del tráfico. Aún no es demasiado tarde para cambiar de dirección, pero ahora sólo nos quedan días y semanas, tal vez meses, en lugar de años.
CommentsAlemania se destruyó a sí misma –y el orden europeo– en dos ocasiones en el siglo XX y después convenció a Occidente de que había sacado las conclusiones oportunas. Sólo de ese modo, reflejado con la mayor claridad en su aceptación del proyecto europeo, obtuvo Alemania la anuencia para su reunificación. Sería a un tiempo trágico e irónico que una Alemania restaurada por medios pacíficos y con la mejor de las intenciones provocara la ruina del orden europeo por tercera vez.
Publicado en Project Syndicate
CommentsTraducido del inglés por Carlos Manzano.

sábado, 26 de mayo de 2012

Todos contra Merkel


JUAN FCO. MARTÍN SECO
“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas guardé silencio, porque yo no era comunista; cuando encarcelaron a los socialdemócratas, me callé, porque yo no era socialdemócrata; cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no me rebelé, porque yo no era sindicalista; cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío; cuando vinieron a buscarme, ya no había nadie más que pudiera sublevarse”.
Estas palabras de Martin Niemöller, falsamente atribuidas a Bertolt Brecht, pueden ser un resumen fiel de lo que está ocurriendo hoy en Europa. Portugal e Irlanda no quieren que se les compare con Grecia, España intenta marcar diferencias con los tres países anteriores, Italia, a su vez, pretenderse distanciarse de España, y Francia, por lo menos hasta ahora, por miedo a que se la pudiera englobar entre los PIGS ha aceptado el papel de comparsa de Alemania. En general, todos los Estados han aspirado a ser los alumnos aplicados de ese sistema dictatorial impuesto por Merkel que ha dañado gravemente la economía y el bienestar de todos los países europeos y que solo está beneficiando a Alemania.
Las reglas de juego estaban trucadas desde Maastricht y los gobiernos, en un proceso totalmente asimétrico, han cedido soberanía sin reparar a quién, para quedar, al final, impotentes y en manos de los mercados, de Alemania y de instituciones europeas antidemocráticas que, como en el caso del Banco Central Europeo, no se sabe muy bien a quién sirven (quizá a Golden Sachs). Es significativo el grito de desánimo del Gobierno de Rajoy. El PP, en un exceso de ingenuidad dogmática, tal vez pensara que resolvería la crisis en cuanto llegase al gobierno o que sinceramente creyese que la solución se encontraba en los recortes y en las reformas, por eso ahora se siente defraudado. España, entre las medidas acometidas por el PSOE y las instrumentadas por el PP, ha seguido fiel y obedientemente las directrices de Merkel y del BCE, pero cuanto más avanza por ese camino peor es la situación en la que se encuentra.
Los líderes europeos, incluyendo a los de los Estados del sur, se han apresurado a marcar distancias con el país heleno (yo no soy griego) y a considerarlo un apestado. Incluso el lenguaje así lo indica al hablar de contagio. Pero lo cierto es que por el momento Grecia está haciendo de rompeolas y los gobiernos harían bien en preguntarse quién ocupará su lugar si finalmente los griegos se ven obligados a abandonar el euro, lo que parece altamente probable en el caso de que Europa no cambie de estrategia.
Alemania con la complicidad -al menos con el silencio- del resto de los países europeos ha arrastrado a Grecia a un punto sin salida. Es evidente que el coste de abandonar ahora el euro puede ser muy alto, pero ¿cuál es la alternativa? El camino que le trazan la Unión Monetaria y Alemania conduce al precipicio. Es posible que Grecia y sus gobiernos hayan podido cometer errores, que los condujeron a un endeudamiento excesivo, pero en cualquier caso este solo ha sido posible precisamente por pertenecer a la Unión Monetaria y de tales desequilibrios son tan culpables los países deudores como los acreedores.
El planteamiento es tanto o más claro en el caso de España o de Irlanda. Ambos fueron ejemplo de estabilidad presupuestaria y de aplicación de los dogmas neoliberales, sin que la ortodoxia les haya servido para nada y ahora se encuentran en una situación crítica. Su pecado, al igual que el de otros muchos, es haber entrado en una Unión Monetaria mal concebida. Sus bancos se endeudaban en exceso al tiempo que se generaba una fuerte burbuja inmobiliaria. Pero en una economía de mercado donde se ha renunciado a casi todos los mecanismos de control, con libre circulación de capitales, sin política monetaria propia, con un banco central que no actúa como tal ¿de qué manera evitar que el capital extranjero infle la economía como un globo y que la abandone más tarde creando una brutal crisis de financiación?
La única estrategia que les queda a los mandatarios europeos si quieren paliar la situación crítica en la que se encuentra la Eurozona es la unión de todos los países, desde Grecia hasta Francia, frente a Merkel. No existe ninguna razón para que Alemania mantenga el papel hegemónico que ostenta en la actualidad. Su aportación es idéntica en términos proporcionales a la de cualquier otro país, y además es la máxima beneficiaria de la Unión Monetaria. Resulta intolerable que el Banco Central Europeo se mueva exclusivamente a sus dictados y conveniencias. Ante el atropello al que se está sometiendo a Grecia, el mayor error que pueden cometer los gobiernos europeos es guardar silencio como si no fuese con ellos.
Quizá el país que sobre en la Eurozona no sea Grecia sino Alemania. Sin Alemania tal vez todo iría mejor. El Banco Central Europeo podría actuar como un verdadero banco central respaldando a los países y a las entidades financieras; el euro se devaluaría frente al marco, dólar, yen, yuan y otras monedas, con lo que los países recuperarían la competitividad perdida; se incrementarían las exportaciones y se reducirían las importaciones, y las brechas en la balanza de pagos de algunos países se reducirían, incluso desaparecerían; los tipos de interés serían mayores (puede que no mayores que los que se están pagando ahora), pero no los tipos reales que, al compensarse con mayores tasas de inflación y con la evolución de los tipos de cambio, harían que la deuda exterior nominada en euros se devaluara al mismo ritmo de la moneda, la economía se reactivaría e incluso los déficits públicos a medio plazo serían más reducidos. El lastre es Alemania y no Grecia.