miércoles, 22 de junio de 2011

Razones del mal funcionamiento del sector financiero

Joseph E. Stiglitz (Premio Nobel de Economía)

Existen múltiples razones por las que el sector financiero ha funcionado tan mal, y tenemos que comprenderlas si queremos arreglar las cosas.

En primer lugar, los incentivos son importantes, pero existe una disparidad sistémica  entre las rentabilidades sociales y las privadas.  A menos que estén bien alineadas, el sistema de mercado no puede funcionar bien.

En segundo lugar, determinadas instituciones se hicieron demasiado grandes  para quebrar, y muy caras de salvar. Algunas de ellas demostraron también que son demasiado grandes para ser gestionadas. En palabras de Edward Liddy, que asumió  la dirección de AIG tras el rescate del Gobierno"Cuando respondí a la petición de ayuda y me incorporé a AIG en Septiembre de 2008, enseguida una cosa me pareció evidente:  la estructura de la empresa en su conjunto es demasiado compleja, demasiado ingobernable, y demasiado opaca para que se puedan gestionar bien sus empresas integrantes como una entidad".

En tercer lugar, los grandes bancos pasaron de la banca a secas a la titulización. La titulización tiene algunas virtudes, pero debe ser cuidadosamente gestionada, algo que no comprendieron ni los responsable del sistema financiero ni los desreguladores.

En cuarto lugar, los bancos comerciales intentaron imitar la pauta de alto riesgo-alta rentabilidad de las altas finanzas, la banca comercial acababa siendo aburrida. Cuando existía la posibilidad de ir al hipódromo, a Las Vegas o a Atlantic City. Allí uno sabe que existe la posibilidad de no recuperar el dinero que ha puesto. Cuando uno pone su dinero en el banco, no quiere ningún tipo de riesgo que hiciera peligrar que este no esté allí cuando lo necesite. Al parecer, demasiados banqueros comerciales padecieron "envidia de los hedge funds". Pero los hedge funds no tienen una aval del Gobierno; y los bancos comerciales sí lo tienen.Son negocios distintos, y a demasiados bancos comerciales se les olvidó este hecho.

En quinto lugar, demasiados banqueros olvidaron que deberían ser ciudadanos responsables. No deberían devorar a los más pobres y vulnerables. Los estadounidenses confiaban en que estos pilares de la comunidad tenían una conciencia moral.  En medio de la codicia que se apoderó del país, no había nada que estuviera prohibido, ni siquiera explotar a lo más débiles de nuestra sociedad.

sábado, 18 de junio de 2011

viernes, 10 de junio de 2011

Programa de estímulo para una economía en crisis

Joseph E. Stiglitz (Premio Nobel de economía  de 2001)


Un programa de estímulo para superar la crisis económica debería reflejar siete principios:

1 Debería ser rápido. el retraso del presidente George Bush resultó muy costoso. Las políticas económicas requieren meses para ser completamente efectivas. Por consiguiente, es imprescindible inyectar dinero dinero en la economía rápidamente.

2 Debería ser eficaz. La eficacia significa una gran impacto por cada dólar: cada dólar que se gaste debería dar lugar a un gran aumento del empleo y de la producción. La cantidad en la que se ve aumentada la renta nacional por cada dólar gastado se denomina multiplicador: en el análisis keynesiano estándar, un dólar de gasto público da lugar a más  de un dólar de aumento en la producción nacional.Si el Gobierno gasta dinero en un proyecto de construcción, los trabajadores gastarán, a continuación, su paga en comprar cosas, y otras personas gastarán su dinero. Cada etapa en la cadena aumenta la renta nacional, lo que hace que el incremento en la renta nacional sea mucho mayor que la cantidad inicial gastada por el Gobierno.
Como valor medio, el multiplicador a corto plazo plazo para la economía está en torno al 1,5. Si el Gobierno gasta mil millones de dólares ahora, el PIB de este año aumentará 1.500 millones de dólares. Los multiplicadores a largo plazo son mayores: algunos de los beneficios del gasto de hoy se dejan sentir el año próximo o incluso el siguiente; dado que la actual recesión probablemente lo sea de larga duración, los responsables de la política también deberían tener en cuenta los beneficios que se produzcan  dentro de dos o tres años.
No todo el gasto tiene el mismo multiplicador: gastar en contratistas extranjeros que trabajan en Irak tiene un multiplicador bajo, porque gran parte de su consumo se produce fuera de Estados Unidos; lo mismo ocurre con las reducciones de impuestos a los ricos, quienes son precisamente los que ahorran gran parte de lo que reciben. Un aumento en las prestaciones por desempleo tiene un alto multiplicador, porque quienes se encuentran repentinamente con una escasez de ingresos van a gastar casi hasta el ultimo dólar que reciban.

3 Debería afrontar los problemas del país a largo plazo. Un ahorro nacional bajo, unos enormes déficits comerciales, problemas financieros a largo plazo para la Seguridad Social y otros programas para la tercera edad, unas infraestructuras deterioradas, y el calentamiento global enturbian las perspectivas del país a largo plazo. Un estímulo eficaz debería tener estos factores como objetivo, o como mínimo, no empeorarlos.

4 Debería centrarse en la inversión. Un paquete de estímulo aumenta inevitablemente el déficit de un país, pero la deuda de un país mide sólo un lado del balance: lo que debe. Pero los activos son igual de importantes. Si el dinero de estímulo se invierte en activos que aumentan la productividad a largo plazo del país, éste estará en mejores condiciones a largo plazo  como consecuencia del estimulo, incluso aumentando la producción y el empleo a corto plazo. Esta preocupación por mejorar el balance es particularmente importante hoy en día, cuando Estados Unidos está pidiendo prestado tanto dinero en el extranjero. Si un país estimula la economía mediante el consumo financiado por deuda, el nivel de vida en el futuro será más bajo  cuando llegue el momento de devolver la deuda, o incluso  simplemente al pagar intereses por ella. Si un país estimula la economía mediante la inversión, la producción futura será mayor, con buenas inversiones,  en una cuantía más que suficiente para pagar los intereses. Esas inversiones no sólo mejoran el nivel de vida actual, sino que también mejoran el de la siguiente generación.

5 Debería ser justo. A los estadounidenses de clase media les ha ido mucho peor en los últimos años en comparación con las clases altas. Cualquier estímulo debería diseñarse teniendo esto presente. La equidad significa que las bajadas de impuestos del tipo que George Bush  aprobó en 2001 y 2003 que en su mayoría beneficiaban a los ricos, deberían quedar excluidas.

6 Debería afrontar las exigencias a corto plazo creadas por la crisis. En una recesión, los estados se quedan sin dinero, a menudo, y tiene que empezar a eliminar empleos. Los parados se quedan sin seguro de atención médica. La gente que tiene dificultades para conseguir pagar la hipoteca podría hundirse si pierde su trabajo o si alguien de su familia se pone enfermo.Un estímulo bien diseñado debería abordar tantas de estas cuestiones como sea posible.

7 El estímulo debería destinarse a las áreas de destrucción de empleo. Si es probable que la destrucción de empleo sea permanente, el estímulo debería dirigirse a formar a los trabajadores con la cualificación que necesitarán para su futuro empleo.