jueves, 30 de diciembre de 2010

El baile de los vampiros

Cándido Méndez*

Retrasar la edad de jubilación y debilitar la negociación colectiva no va a frenar la histeria especulativa. Como no la frenó la reforma laboral. Estas ofrendas solo son recortes de derechos en beneficio de unos cuantos.
Hace algunos meses me preguntaron en una entrevista que hice para una prestigiosa revista de música si había visto Crepúsculo; contesté que prefería El baile de los vampiros, de Polanski. Vampiros clásicos de edad vetusta, que se dan un espléndido festín de sangre y humor espeluznante.
El gobernador del Banco de España es el mismo que hablaba de la salud del sistema financiero
Algunos de los “100 expertos” ponían en abril a Irlanda como modelo de credibilidad
Ahora, con el agravamiento de la situación de la Unión Europea, con el batacazo de Irlanda y los renovados ataques a la deuda soberana, he vuelto a recordar el argumento de esa película: un chiflado profesor intenta acabar con la epidemia de vampiros. Consigue justo lo contrario, extender el mal. Las imágenes finales de la malograda Sharon Tate expresan ese descalabro.
En la Unión Europea está sucediendo algo similar. Las imposiciones en materia de déficit y la indecisión ante los cada vez más intensos ataques contra el euro, no solo no frenan la epidemia, sino que están contribuyendo a propagarla.
Las declaraciones de la canciller Merkel sugiriendo que los inversores, y no solo los ciudadanos, afrontasen las consecuencias de sus decisiones de inversión son un ejemplo de ello. Parece justo y racional, pero en tiempo y forma ha tenido un efecto perverso.
La prensa europea ha conformado una opinión bastante coincidente: se ha jugado con fuego. Se ha alimentado el pánico. Un diario financiero lo reflejaba así: “Hay bastantes posibilidades en la vida real de que la eurozona quede exterminada precisamente por su propuesta para que funcione mejor”.
En nuestro país, el comisario de la Competencia hizo una desafortunada declaración ante la pregunta de si España tenía algo más. Nada comparable, si no fuera por la repercusión de sus palabras y sus silencios, con las declaraciones que un día sí y otro también están haciendo los responsables del PP. Sus políticas incubaron y propagaron la enfermedad. Ahora se están comportando como un agente patógeno. La caída del Gobierno conservador irlandés aumenta su impaciencia.
Indecisiones y precipitaciones que, unidas a los acuerdos de la Comisión y del Ecofin en materia de contención del déficit, están agravando la difícil situación que vive la Unión, retrasando la recuperación, aumentando el paro y los sacrificios de ciudadanos y trabajadores. Contra esas medidas, la Confederación Europea de Sindicatos se manifestará en toda la Unión el próximo 15 de diciembre y en nuestro país lo haremos además el 18 de diciembre.
El nuevo ataque especulativo contra España coincidía con la publicación del déficit del Estado, que en el periodo enero-diciembre se había reducido un 43%, el 2,96% del PIB. Reducción que está en la senda de cumplimiento de las exigencias de la Comisión Europea. ¿Entonces por qué se intensifican los ataques?
Hay un amplio consenso en que la crisis desatada en 2008 ha acelerado los desequilibrios que provoca tener una moneda única y una disparidad de políticas fiscales y económicas. Que lo que está sucediendo en la Unión Europea es una crisis también de gobernanza. Que los mercados están poniendo a prueba la solidez política de la eurozona. Que la desconfianza hacia nuestro país no es por la deuda del Estado, pero sí por la deuda del sector privado. El aserto de que una deuda bancaria es potencialmente una deuda soberana es compartido.
El profesor Ontiveros empleó recientemente una expresión que me parece muy oportuna, habló de “inventario de ofrendas que España ha hecho a los mercados de bonos” -con el propósito de que se aplaquen, añado yo-. El término ofrenda es muy adecuado porque desvela el sentido casi religioso que se le otorga a las llamadas “reformas estructurales”. Las reformas, nosotros no discutimos la conveniencia de algunas, se han convertido en algo irracionalmente urgente.
Pero si alguien afirma que, con la reforma de las pensiones y de la negociación colectiva o con la impuesta reforma laboral se va a conseguir frenar la histeria especulativa se está y nos está engañando. Ya hay importantes fondos de inversión que consideran que ni siquiera las reformas estructurales podrían calmar a los mercados. Estamos asistiendo a una agonía que se puede llevar por delante años de lucha por la igualdad. Se está erosionando la credibilidad de las instituciones democráticas nacionales y europeas.
En España nos urgen a entregar las “ofrendas” comprometidas. Dos son inexcusables: aumentar la edad de jubilación a 67 años y limitar la eficacia de los convenios colectivos. El Gobierno, sin excepción alguna, repite que lo hará “pese a quien pese”, aunque sea a costa de inmolarse.
Pero ¿quiénes son los brujos que interpretan a los “mercados”? Uno es el gobernador del Banco de España, el mismo que en diciembre de 2007 afirmaba que “los fundamentos del sistema financiero global siguen siendo sólidos y los balances bancarios están saneados”. Otros, los 100 expertos de la reforma laboral. Alguno de ellos proclamaba el pasado mes de abril su “envidia sana de Irlanda” alabándola porque “el mercado ha considerado los planes presupuestarios irlandeses creíbles, y esto ha (sic) reducido su prima de riesgo… Los que hayan hecho sus deberes, como Irlanda, respirarán tranquilos…”. Profético.
Recientemente, una reputada periodista de este diario escribía: “Visto con un poco de perspectiva, debería asombrarnos, por ejemplo, la capacidad que ha tenido el Banco de España para distraernos todo el tiempo de la realidad… Y mientras hablaba de todo eso, que no forma parte de sus competencias, callaba sobre lo que sí hubiera sido su responsabilidad y su obligación: impedir el explosivo endeudamiento privado que fomentan los bancos y entidades de crédito”. No puedo estar más de acuerdo con ella; nos hemos hartado de denunciar públicamente ese comportamiento.
El antropólogo Marvin Harris sugiere que las ofrendas de sangre que ritualizaron los aztecas, en las que se practicaba el canibalismo, tenían otra función: compensar el déficit de proteína de origen animal.
El sistema de pensiones es un punto fuerte de nuestra economía, su Fondo de Reserva equivale al 6% del PIB. Un reciente informe de la UE constataba que “dado que el sistema español de pensiones es fundamentalmente público y el peso del seguro privado es muy limitado, la crisis financiera no ha tenido ningún efecto directo en actuales o futuros pensionistas”. Así es, los fondos privados representan alrededor del 8% del PIB (y un 3% adicional que viene de la externalización de pensiones profesionales), lo que está por debajo de la media de la OCDE, situada en un 60%.
¿Estarán buscando con las dudas sobre su viabilidad futura aportar proteínas a esos mercados que nos piden ofrendas?
Los sacerdotes del miedo sustentan sus previsiones en proyecciones a 2030 y establecen un punto crítico en 2060. Imaginemos la solidez de una proyección para España, de cualquier variable, hecha para el periodo 1939-1989. Este sí es un dato verificable: el gasto en pensiones contributivas en 1985 fue el 7,5% del PIB, en 2008 el 7,8%.
El profesor Julio Pérez Díaz, en un interesante trabajo, reproduce esta frase: “El porvenir sacrificado al pasado: el aplastante peso de las pensiones de jubilación”. Frase que se encuentra en un artículo publicado ¡en 1930! Compartimos su reflexión de que “algo no debe funcionar bien en nuestra manera de ver las consecuencias de la evolución demográfica, cuando casi un siglo después estamos repitiendo las mismas cosas”.
La sociedad española y el Gobierno saben que UGT está dispuesta a arrimar el hombro. Queremos que la reforma laboral revierta sus aspectos más negativos; que nuestro sistema de pensiones siga siendo el más sólido de Europa avanzando en derechos, no recortándolos. Queremos que los convenios colectivos sirvan para mejorar la competitividad y también las condiciones de trabajo. Buscando el consenso, como siempre lo hemos hecho.
La plutocracia es la preponderancia de los ricos en el Gobierno del Estado. Cuando el 40% del PIB reunido con el presidente del Gobierno le pide (¿o le conmina?) a que se mantenga firme en el recorte de derechos, algo va mal. Debemos evitar que esta crisis afecte a algo más que al empleo y a nuestra economía.
*Cándido Méndez es secretario general de UGT
Publicado en El País 14-12-2010

viernes, 17 de diciembre de 2010

El prisionero español


Paul Krugman – El Universo (Ecuador)
Lo mejor de los irlandeses en este momento es que son muy pocos. Por sí misma, Irlanda no puede dañar demasiado las perspectivas de Europa. Lo mismo se puede decir de Grecia y Portugal, al cual se considera ampliamente como la siguiente potencial ficha de dominó.
Sin embargo, también está España. Los otros son tapas; España es el plato principal.
Lo que es sorprendente de España, desde una perspectiva estadounidense, es qué tanto su historia económica se parece a la nuestra. Como Estados Unidos, España experimentó una enorme burbuja en las propiedades, acompañada de una enorme alza en la deuda del sector privado. Como Estados Unidos, España cayó en recesión cuando reventó esa burbuja, y ha experimentado un aumento en el desempleo. Y, como Estados Unidos, España ha visto inflarse su déficit presupuestario gracias a la caída de los ingresos y costos relacionados con la recesión.
Sin embargo, a diferencia de Estados Unidos, España está al borde de una crisis de deuda. El gobierno estadounidense tiene problemas para financiar su déficit, con tasas de interés sobre la deuda federal a largo plazo por debajo del 3%. España, en contraste, ha visto el costo de sus préstamos dispararse en las últimas semanas, que refleja temores crecientes de una posible mora futura.
¿Por qué España tiene tantos problemas? En una palabra, por el euro.
España fue uno de los países más entusiastas en adoptar el euro, allá en 1999, cuando se introdujo la moneda. Y por algún tiempo las cosas parecieron ir de perlas: entraron a España fondos europeos, impulsando el gasto del sector privado, y la economía española experimentó un crecimiento rápido.
Por cierto, durante los años buenos, el gobierno español pareció ser el modelo de responsabilidad tanto fiscal como financiera: a diferencia de Grecia, operaba con excedentes presupuestarios, y a diferencia de Irlanda, trataba muy duro (aunque solo con éxito parcial) de regular a sus bancos. A finales del 2007, la deuda pública de España, como una parte de la economía, era de solo cerca de la mitad que la de Alemania, e incluso ahora sus bancos no están nada cercanos al mal estado de los de Irlanda.
Sin embargo, bajo la superficie evolucionaban los problemas. Durante el auge, los precios y los salarios aumentaron con mayor rapidez en España que en el resto de Europa, lo que ayudó a alimentar un gran déficit comercial. Y cuando reventó la burbuja, la industria española se quedó con costos que la hicieron poco competitiva con otros países.
¿Ahora qué? Si España aún tuviera su propia moneda, como Estados Unidos –o como Gran Bretaña, que comparte algunas de las mismas características–, podría haber permitido que cayera, haciendo que su industria volviera a ser competitiva. Sin embargo, ya que España tiene al euro, esa opción no está disponible. En cambio, España debe lograr “la devaluación interna”: debe reducir los salarios y precios hasta que sus costos vuelvan a estar en línea con los de sus vecinos.
Y una devaluación interna es un asunto feo. Por una parte, es lenta: normalmente, hacer que bajen los salarios requiere de años de desempleo elevado. Más allá de eso, que bajen los salarios significa que bajan los ingresos, en tanto que la deuda permanece igual. Así que la devaluación interna empeora los problemas de deuda del sector privado.
Lo que todo esto significa para España es perspectivas económicas muy malas en los siguientes años. La recuperación de Estados Unidos ha sido decepcionante –en especial en términos de empleos–, pero al menos hemos visto algún crecimiento, con el PIB real más o menos de vuelta en su punto máximo anterior a la crisis, y podemos razonablemente esperar un crecimiento futuro que ayude a controlar nuestro déficit. España, por otra parte, no se ha recuperado para nada. Y la falta de recuperación se traduce en temores sobre el futuro fiscal español.
¿Debería España tratar de escaparse de esta trampa abandonando el euro y restableciendo su propia moneda? ¿Lo hará? La respuesta a ambas preguntas es: probablemente no. A España le iría mejor ahora si nunca hubiese adoptado el euro, pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes correrían a llevar su dinero a otra parte. A menos que de cualquier forma haya una crisis bancaria catastrófica –lo que parece factible para Grecia y cada vez más posible para Irlanda, pero poco probable, aunque no imposible, para España–, es difícil ver a cualquier gobierno español arriesgarse a una “deseurización”.
Así que España es, en efecto, prisionera del euro, lo que la deja sin ninguna buena opción.
Las buenas noticias sobre Estados Unidos son que no estamos en ese tipo de trampa: todavía tenemos nuestra propia moneda, con toda la flexibilidad que implica. Por cierto, también Gran Bretaña, cuyos déficits y deuda se pueden comparar con los de España, pero que los inversionistas no ven como riesgo de mora.
Las malas noticias sobre Estados Unidos son que una poderosa facción política está tratando de coartar a la Reserva Federal, al efectivamente remover la única gran ventaja que tenemos respecto de los españoles en dificultades. Los ataques republicanos contra la Reserva –las exigencias de que deje de tratar de promover la recuperación económica y se concentre en cambio en mantener fuerte al dólar y combatir riesgos imaginarios de inflación– se resumen en una demanda de que voluntariamente nos metamos en la prisión española.
Esperemos que la Reserva no les haga caso. Las cosas en Estados Unidos están mal, pero podrían estar mucho peor. Y si la facción del dinero fuerte se sale con la suya, lo estarán.
A España le iría mejor ahora si nunca hubiese adoptado el euro, pero tratar de dejarlo crearía una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes correrían a llevar su dinero a otra parte. A menos que de cualquier forma haya una crisis bancaria catastrófica, es difícil ver a cualquier gobierno español arriesgarse a una “deseurización”.
Fuente: The New York Times Service

martes, 7 de diciembre de 2010

viernes, 3 de diciembre de 2010

Golpe de estado neoliberal

Golpe de estado neoliberal

3 Diciembre 2010 | Categorías: Nacional |
Carlos Martínez – Presidente de ATTAC España
Hace unas semanas comenzaron a sonar las alarmas. Primero el grupo de economistas neoliberales y empleados de bancos o en su nómina de fundaciones y colaboradores habituales, conocido como “Los Cien”, trataba de convencer acerca de la necesidad de rebajar y retrasar el derecho a una pensión digna y a la edad actualmente establecida, con argumentos burdos y nada científicos (como Juan Torres y Vicenç Navarro dejan al descubierto en un escrito publicado por ATTAC y ubicado en su página Web en un PDF). Inmediatamente tras ellos salió el presidente del Banco de ¿España? Miguel Ángel Fernández Ordóñez, dándoles la razón y exigiendo más contundencia en las “reformas”.
Tras esta reflexión ultraliberal, un grupo de empresarios se reunía con el rey que, según la Constitución, representa al Reino, pero no gobierna, para exponerle la necesidad de “cambiar y reformar profundamente todo el Estado”. Es decir, para limitar y reducir a lo justo el “estado del bienestar” y criticar a unos políticos muy poco preparados y corruptos, incapaces de implementar las necesarias “reformas”. Este grupo de presión e influencia, escondido tras la Fundación Everis, presenta un escrito que no tiene desperdicio. El documento, si bien mantiene un lenguaje positivo, educado y nada novedoso en sus afirmaciones desde el punto de vista neoliberal, hay que leerlo entre líneas y fijándose en sus detalles, para captar su profundidad y la profundidad real de sus ataques al bienestar.
Luego, el Estado Español, cual si todo estuviera coordinado, -y, no lo duden, lo está-, comienza a recibir con renovada energía ataques especulativos internacionales durísimos.
Tras esto, el Presidente del Gobierno, en lugar de desautorizar y denunciar la reunión del monarca tomando parte por las grandes empresas y poderes fácticos económicos, se reúne de urgencia con 40 banqueros, empresarios y empresarias de grandes conglomerados (en conclusión, la oligarquía de la banca, el ladrillo y el turismo que controla la economía del Reino de España), para escucharlos y tratar de orientar la situación ante la gravísima crisis del capitalismo europeo que de forma brutal afecta entre otros a nuestro estado.
El Gobierno pone nuevamente la zorra a guardar las gallinas, y los culpables del paro, la recesión y el empobrecimiento, son llamados a remediarlo.
El rey, grandes empresas y bancos, dan una receta simple y sencilla: menos impuestos, más privatizaciones para hacer negocio con los bienes públicos, más facilidades para despedir y precarizar aún más el mercado del trabajo, pues ya no se habla del constitucional derecho al trabajo y, por supuesto, endurecimiento del derecho a percibir pensiones y prestaciones.
A esto se le suman las exigencias de sistemas educativos más elitistas y exclusivos y, eso si, Formación Profesional para las clases populares. En el informe de Everis presentado al Borbón se redefine incluso al ciudadano, y por supuesto al estado del bienestar. Se alaba inmerecidamente al sistema financiero español, y se habla bien del positivo crecimiento que se dio hasta 2006 en España -es decir, los años más negros del casino económico y la burbuja inmobiliaria que han reventado tras la crisis financiera de 2008, creando paro y desconfianza, además de quiebras e inseguridad vital a millones de personas-.
Atención
El Golpe se ha consolidado, y pronto, si no lo remediamos, se comprobará y sufrirá. Las ciudadanas y los ciudadanos seremos llamados a sufragar aún más las deudas de los capitalistas, las quiebras de los bancos y todo a nuestra costa.
Estamos perplejos y desorientados ¿Qué hacer? La izquierda social amplia y que no ha renunciado a los principios, debe llamar a la movilización, pero también a la elaboración de alternativas.
ATTAC, humildemente, tiene responsabilidades ya. Pero los Sindicatos de clase, en especial CC.OO y UGT, las tienen mucho mayores, pues son las organizaciones más potentes de la izquierda y cuentan con el respaldo de muchas y muchos trabajadores a los que no pueden fallar, aunque igualmente deben velar por su propia supervivencia, que está amenazada. Además, los sindicatos llamados mayoritarios deben entender que el problema ya no es que venga el PP, pues en este golpe de estado neoliberal, la “gran coalición” se ha forzado y existe de facto. De hecho, han tomado las riendas directamente bancos y grupos empresariales. Hoy Florentino Pérez, Botín etc. etc. tienen mando en plaza.
Alternativas desde la sociedad consciente
Es, pues, urgente ponerse ya manos a la obra. Salir a la calle masivamente el 18 de diciembre. Convocar una Asamblea Ciudadana Antineoliberal, que está en fase de preparación. Exigir una Huelga General Europea, lo antes posible. Una respuesta imprescindible estos días con acciones simbólicas.
Pero igualmente reclamar una auditoria de la deuda. La famosa deuda: de dónde viene, quién la ha contraído, y cuánto de ella se debe a desmanes empresariales, al cemento y a bancos y cajas. Pero igualmente cuánta de ella la han generado pensionistas, paradas y parados, y las prestaciones sociales, la sanidad pública etc., no sea que nos llevemos la gran sorpresa -que sabemos no se producirá-, pues la mayor parte de la socorrida deuda es privada.
Tras esto, nacionalizar las cajas de ahorros y constituir la Banca Pública. Ni una privatización y más gasto social.
Para sufragar gastos, son más que urgentes ya imponer impuestos sobre los movimientos especulativos de capital, bancos y grandes fortunas y suprimir los paraísos fiscales.
Exigir que el Banco Central Europeo y los bancos centrales dejen de servir exclusivamente a los intereses privados y pasen a tener control político.
Cese de la extorsión a las viviendas de hipotecados e hipotecadas con impagos por haberse quedado en paro y/o en riesgo de exclusión social y pobreza.
Estamos en una emergencia social y, por tanto, se necesitan soluciones de emergencia, porque todas y todos podemos “tirar del carro”, pero para el bien común y el reparto y no para que los ricos se hagan más ricos, los mercados nos avasallen y los bancos, una vez recuperen sus pérdidas, sigan enriqueciéndose a costa de todos. No se trata de salvar el capitalismo. No se trata de tranquilizar y enriquecer a los mercados, se trata de salvar a las personas y que estas puedan ser felices y pasar del consumo desaforado vía endeudamiento al buen vivir, a vivir con dignidad.
Trabajo de todos y todas, no para re-enriquecer a los poderosos, así como que estos rindan cuentas… y luego ya veremos

miércoles, 1 de diciembre de 2010

El Banco Central Europeo, elogio a la mediocridad


El Plural ya lo adelantó hace semanas: la única solución es comprar deuda desde el BCE
El Banco Central Europeo, elogio a la mediocridad
Los mercados de capitales han vuelto a cerrarse: no hay liquidez, el dinero no fluye, nadie presta a nadie. La única solución es que el Banco Central Europeo inyecte liquidez en el sistema, desatasque su esclerosis comprando deuda con nueva masa monetaria, tal como veníamos advirtiendo desde El Plural y otros medios desde hace meses. Llevamos mucho tiempo sosteniendo, la última vez hace escasamente una semana en El Plural, las más veces hasta ayer en contra de todas las opiniones, que no cabe más miopía que estar dejando morir sin crédito a naciones como Grecia, o como Irlanda, quizás Portugal, ¿mañana Francia?, porque sus bancos no puede comprar dinero en el mercado de capitales y, por tanto, ni pueden prestar a sus ciudadanos, ni devolver aquello que se les prestó.
¿Cómo empezó todo?
La causa de la actual burbuja financiera se debe a tres factores :

1ª. La política monetaria ultraexpansiva desarrollada por Alan Greenspan desde que fue elegido, a propuesta de Ronald Regan, Gobernador de la Reserva Federal en 1987 hasta 2006, dando dinero fácil en grandes cantidades.

2ª. La relajación de los bancos norteamericanos otorgando profusamente créditos desde que Jimmy Carter aprobara la Community Reinvestment Act en 1977, obligando a los bancos comerciales a relajar sus condiciones.

3ª. La inexistencia de una legislación internacional de los mercados de capitales y de crédito.

La Ley de la selva
Como consecuencia de ello, el exceso de crédito invadía los mercados internacionales, numerosas veces oculto en los paraísos fiscales y campando a sus anchas sin legislación que lo embridara. El problema de los créditos internacionales, además, es que no existen leyes internacionales, como bien explican Pablo García y Luis Tomás en la página 287 de su libro Mercados Financieros Internacionales (Editorial Delta, 2010) Se necesita un marco legal internacional que frene la opacidad de lo que se está transfiriendo –dinero, información o fondos-, una regulación financiera mundial, en definitiva, con el objeto de salvaguardar la estabilidad de las instituciones financieras, aún perjudicando a corto plazo a los consumidores, tal como decía Michael Taylor a mediados de los noventa en su magnífico artículo “Twin Peaks : A Regulatory Structure for the New Century” (Centre for the Study of Financial Innovation, 1995).

¿Cuáles fueron las consecuencias?
Al dispararse el crédito desde 1987, éste no sólo alimentaba el crecimiento, sino la boca de un monstruo: una burbuja inmobiliaria y mobiliaria. El sistema capitalista lleva inherente una inestabilidad que genera apreciaciones especulativas dando lugar a su posterior estallido. Se presta con profusión, la gente compra pisos en abundancia, el precio de la vivienda sube de forma irracional hasta que alguien se da cuenta del sinsentido que es que una vivienda en Queens cueste un millón de dólares.

Burbujas en mercados asesinos
Quien mejor teorizó sobre cómo se conforman las burbujas fue Hyman Minsky (1919-1996), doctor por Harvard, profesor de Chicago y alumno de Joseph Allois Schumpeter y de Wassily Leontief. En un magnífico artículo sobre la inestabilidad financiera, intitulado “Hipótesis sobre la inestabilidad inherente”, predijo todo lo que ha venido a ocurrir. Minsky defendía la posibilidad de ordenar el mercado del crédito desde una regulación pública eficaz con el fin de evitar burbujas; de esta forma, como bridas, la intervención sujeta el disparate de disparar el crédito de forma irracional. No se hizo: los políticos conservadores y los economistas ultraliberales pensaban que el mercado financiero se regulaba a sí mismo.

La recésion
Al frenarse el crédito, al no haber liquidez, ni dinero, ni prestamos, la demanda se derrumbó con espasticidad, las empresas cerraban y el desempleo sacudió las economías occidentales en su conjunto. De esta manera se explica el Premio Nobel Paul Krugman en su tesis sobre el retorno de la economía de la depresión, concretamente en las páginas 193 y siguientes de su libro El retorno de la economía de la depresión (Editorial Crítica, 2009). El profesor Krugman defiende que la congelación del sistema financiero ha dado lugar a una caída de la demanda y a la mayor crisis que ha visto la Humanidad en mucho tiempo.

La llegada del disparate
Con una sequía en los mercados financieros internacionales, inundados de deuda privada y deuda pública recientemente generada por los múltiples déficits, junto con una recesión sin precedentes, a políticos y economistas neoconservadores, mal llamados liberales, no se les ocurre otra cosa que preferir reducir los gastos y contraer aún más el crédito. Un disparate.

Los postkeynesianos
Una corriente del pensamiento económico, los postkeynesianos, defienden, a diferencia de los neoclásicos (liberales) y keynesiados clásicos, que la oferta monetaria debería acomodarse a la evolución de la demanda y del empleo. En otras palabras: si hay recesión y desempleo, hay que volver a inyectar dinero en el sistema. En ese sentido, para los postkeynesianos el banco central debe convertirse en última instancia en prestamista con el fin de evitar crisis financieras acomodándose a los problemas de la economía real (es la postura que estableció Kaldor a mediados de los ochenta en su obra de referencia , The Scourage of Monetarism (Oxford University Press, Oxford, 1986). Se trata, por ejemplo, de que el banco central compre bonos del Estado de tal forma que logre de nuevo inyectar liquidez en el sistema con el objeto de desatascar la parálisis.

¿Y la inflación?
Siguiendo el aserto de que más masa monetaria ocasionaría un relanzamiento de la inflación, autores como el postkeynesiano Sidney Weintraub señalan que estas inyecciones no tendrían efectos sobre la inflación y menos en un momento de depresión (Keynes, Keynesians and Monetarist. University of Pennsylvania Press, Filadelfia, 1978). Si reanimar a un cuerpo moribundo le va a producir fiebre: ¡Bienvenida la fiebre!

¿Debe el Banco Central Europeo actuar inyectando liquidez o comprando deuda?
Antes de que una institución así existiera ya había otros pensadores, tan postkeynesianos como Philip Arestis, que defendían que había que convertir la masa monetaria en instrumento para salir de la parálisis o para moderar las expansiones (Philip Arestis : Post-keynesian Monetary Economics, Edward Elgar, Aldershot, 1988). Sin embargo, de forma opinable, unos defienden que el Banco Central Europeo tiene como principal objeto el control de la inflación y no la salida de las depresiones. Así nos va.

El Banco de Inglaterra nos da la razón
Ante una situación así, tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos comenzaron a llevar a cabo estas propuestas que en el plano teórico se limitaban a definir el postkeynesianismo monetario. El Gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, siguió, entonces, una práctica acomodaticia, comprando bonos y por lo tanto salvando de la quema al Reino Unido. El doctor King es un profesor de Economía de la London School of Economics, que fue nombrado Gobernador del Banco de Inglaterra, y, desde su puesto, decidió comprar las emisiones de Deuda Pública con masa monetaria, obteniendo autorización para ello en la reunión del 5 de febrero de 2009, inyectando así una ingente cantidad de libras esterlinas y llevando los tipos de interés al uno por ciento.

Dos compañeros de despacho
Como curiosidad, en sus tiempos jóvenes, siendo profesores ayudantes en los Estados Unidos de América, Mervyn King fue compañero de despacho en Estados Unidos del profesor adjunto Benjamin Bernanke, actual Gobernador de la Reserva Federal norteamericana. De la misma forma, entonces, el judíonorteamericano tomó la decisión de comprar Bonos a partir de nuevas emisiones de dinero o masa monetaria. Durante este último mes se ha decidido emitir 600.000 millones de nuevos dólares con los que comprar, a razón de 75.000 millones al mes, bonos del Tesoro de los Estados Unidos.

Wikileaks
Por cierto, acaba de saberse, a través de las revelaciones que ha aportado Wikileaks, que en una conversación relatada, del Gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, y el embajador norteamericano, Susman, el profesor le comentó que no se fiaba nada de los conservadores británicos (confidencial ID 249236). No me extraña.

Trichet… a por uvas
El Banco Central Europeo -especialmente por las presiones de su consejero del Bundesbank alemán, Axel Weber-, ha señalado que lejos de una postura acomodaticia habría que obligar a los sistemas financieros nacionales y el sector público local a controlar sus gastos. Para Weber, utilícese, defiende, el Fondo para la Estabilidad Financiera que fue creado durante la presidencia española, y no utilicemos el BCE para inyectar liquidez comprando Deuda (¡qué inmenso error!), multiplicando la ataxia con las políticas fiscales de los Estados miembros.

¿Por qué la posición alemana es tan dura?
Porque el Gobierno alemán, teoracto y soberbio, quiere quiebras ordenadas de tal forma que sosteniendo por parte de la Unión Monetaria a los que tienen problemas, garantizaría mejor cobrar la Deuda contraída con los bancos alemanes. Es preferible para ellos que se les pague lo que han prestado -aunque sea con dinero de un fondo común-, que permitir que el Banco Central Europeo emita Deuda que ¡vaya usted a saber donde va a parar!

Especuladores y tiburones
La posición débil de la deuda privada (bancos) o de la pública (Estado), es atacada por posiciones en corto especulativas que deprecian la deuda y provocan que las nuevas emisiones sean, o más caras, o imposibles. La especulación en este caso no es la causa del problema, sino la consecuencia inherente del mismo.

¿Por qué tienen los ojos puestos en España?
España tiene una deuda Pública moderada y un Estado más o menos fuerte. Entonces, ¿cuál es el problema? Existen tres lastres que impiden que la demanda interna avance : 4,5 millones de parados que consumen menos, una deuda privada abultada que no permite que nos endeudemos más con el fin de crecer, y un sector de la construcción que ya no puede ser el motor del crecimiento económico español. Y sin posibilidad de crecer nuestros bancos tienen escasas posibilidades de devolver los créditos internacionales en el día de su vencimiento.

¿Cuánto debemos a los bancos extranjeros?
España tiene contraídas deudas con los bancos extranjeros por valor de 951.000 millones de euros según el Banco de Pagos Internacionales. En ese sentido, debemos tener en cuenta que no tenemos margen para endeudarnos más.

El día del vencimiento
Durante los años 2011, 2012 y 2013, España debe pagar -a su debido vencimiento-, la friolera de 500.000 millones de dólares. ¿Tenemos la posibilidad de obtenerlos en los mercados financieros ahora cerrados?, ¿tenemos capacidad de crecer para ganarlos?

¿Afectaría a España si Portugal fuera intervenida?
Si los bancos portugueses no se pueden financiar y quiebran, España se vería muy afectada. Sólo recordar que las instituciones financieras españolas están expuestas a los residentes de Portugal por valor de 110.000 millones de dólares: si ellos caen, nosotros dejamos de cobrar.

¿Qué pasaría si cayera España?
¿Qué significa caer?: que los bancos españoles no encuentran financiación en los mercados internacionales y no pueden financiar a particulares y empresas generando de esta forma problemas con los depósitos. Esto no va a ocurrir, pero, si ocurriera, arrastraríamos al resto de las naciones europeas (por eso no va a ocurrir). Téngase en cuenta que los bancos franceses están expuestos a los residentes españoles por valor de 248.000 millones de dólares, que los bancos alemanes están expuestos a los residentes españoles por valor de 202.000 millones de dólares y que los bancos del Reino Unido están expuestos en posiciones con los residentes españoles por un valor de 140.000 millones de dólares. Too big to fail.

Weber, Trichet y el Policy maker
Como una larva que no para, erre que erre, Axel Weber, responsable del Bundesbank alemán, miembro por lo tanto del Banco Central Europeo, insiste en que el banco no emita moneda para comprar Deuda: que espabilen los países que tienen problemas. Trichet insiste en su política limitativa, hasta que aguante, y, mientras tanto, el hacedor de la política económica, el policy-maker, observa detenidamente cómo el cuerpo del enfermo se acerca a la muerte por falta de oxígeno, escasez de liquidez y ausencia de crédito.

El asalto final a la mediocridad
Porque el Banco Central Europeo debe evitar las catástrofes financieras alimentando con nueva masa monetaria el sistema esclerótico (Kaldor, Weintraub, Aristes), evitando de este modo una mayor recesión (Krugman). Así, el Banco de Inglaterra (Mervyn King) y la Reserva Federal norteamericana (Ben Bernanke) han seguido una política de inyección a través de la compra de bonos con nueva masa monetaria. ¿A qué espera el Banco Central Europeo para ocuparse de los asuntos que importan?

Antonio Miguel Carmona es profesor de Economía y ha sido miembro del equipo traductor de la última obra de Benjamin Bernanke al español